miércoles, 18 de mayo de 2022

Estados Unidos y China: la guerra comercial de las grandes economías

La política proteccionista del presidente Donald Trump fue la hoja de ruta para relacionarse con el gigante asiático, comenzando una guerra arancelaria que ha impactado en la economía global.

Si tuviéramos que escoger una palabra para describir el 2018 en materia de comercio internacional, esta sería tensión. Aunque la principal disputa se dio entre Estados Unidos y China, las dos economías más grandes del mundo, la política proteccionista del presidente estadounidense, Donald Trump, marcó su relación comercial con otros países e impactó a la economía global en general.

En marzo de este año, el mandatario de Estados Unidos, dio un aviso, muy a su estilo, sobre lo que sería su política comercial durante este año. Vía Twitter, el mandatario dijo que "cuando un país (Estados Unidos), está perdiendo miles de millones de dólares en el comercio prácticamente con todos los países con los que hace negocios, las guerras comerciales son buenas y fáciles de ganar".

El 8 de ese mismo mes, Estados Unidos impuso aranceles del 25% sobre el acero y del 10% sobre el aluminio importado. El 23 de marzo y el 2 de abril China anunció aranceles por US$6.000 millones; el 3 de abril Estados Unidos anuncia gravámenes para productos de alta tecnología y un día después China respondió con tasas sobre 106 productos estadounidenses, entre los que se encontraban la soya y los vehículos.

En mayo, ambos países lograron un acuerdo que solo duró tres días, al cabo de los cuales el presidente Trump se retractó. Luego de esta corta tregua se intensificó la guerra de aranceles. En junio, julio y agosto, China y Estados Unidos anunciaron aranceles recíprocos por US $50.000 millones, US $34.000 millones y US$16.000 millones, respectivamente.

En septiembre, Estados Unidos impuso aranceles del 10% sobre productos chinos por US $200.000 millones, a incrementarse al 25% en 2019, y China hizo lo propios sobre productos estadounidenses por US $60.000 millones. En noviembre, la búsqueda de un acuerdo se da simultáneamente con los ataques verbales de parte y parte. Debido a esta disputa, la cumbre de la Apec finaliza, por primera vez, sin un comunicado conjunto.

Finalmente, en diciembre China y Estados Unidos logran una tregua comercial, cuando el presidente chino, Xi Jinping, y su homólogo de Estados Unidos, Donald Trump, se reunieron en el marco de la cumbre de líderes del G-20 en Buenos Aires, Argentina.

Según la OCDE, el comercio mundial ya ha comenzado a ralentizarse

Tras un año de tensión comercial, no hay consenso sobre cuál ha sido el impacto real de los aranceles ni sobre cómo se deben medir los efectos. Por una parte, la economía de Estados Unidos se muestra sólida: una tasa de desempleo del 3,7% su nivel más bajo en casi 50 años y un crecimiento económico del 3,5% durante el tercer trimestre.

Sin embargo, el déficit comercial, una de las grandes preocupaciones del presidente Trump, no se ha reducido, sino que al contrario, llegó a US$54.000 millones en septiembre, el nivel más alto en 7 meses. El superávit de China con Estados Unidos alcanzó ese mes la cifra récord de US$34.000 millones.

Por otra parte está China, que a diferencia de Estados Unidos, muestra signos de desaceleración… en el tercer trimestre la economía del gigante asiático tuvo el crecimiento más débil desde la crisis financiera global, con una ralentización de la producción manufacturera y de la inversión en infraestructura.

Según cifras oficiales de noviembre, el PMI no manufacturero, que cubre servicios como ventas minoristas, software, aviación y los sectores de bienes raíces y construcción tuvo la mayor caída en 15 meses. También se redujeron el PMI manufacturero y la actividad en construcción; algunas de las empresas consultadas para medir estos índices ya han sentido el efecto de una política gubernamental más severa respecto a la deuda corporativa.

A nivel global, varios organismos multilaterales como la OCDE y el Fondo Monetario Internacional han advertido sobre los efectos de un escalamiento de esta disputa. Según la OCDE, “el comercio mundial ya ha empezado a ralentizarse, y las restricciones comerciales están generando efectos adversos en la confianza y los planes de inversión, mientras que el comercio mundial parece que crecerá por debajo del 4% anual en promedio durante el periodo 2018-20. Los resultados podrían ser aún más débiles si se materializaran los riesgos a la baja”.

La disputa comercial deja ganadores y perdedores en todo el mundo

Más allá de las cifras macroeconómicas, esta guerra ha dejado perdedores y ganadores, tanto en los países protagonistas como en el resto del mundo.

La industria del cerdo es un ejemplo de perdedores con esta guerra comercial, tanto en Estados Unidos como en China. Los productores en Estados Unidos están sufriendo las retaliaciones de China sobre el sector agrícola y los chinos sienten el efecto de los mayores precios del grano de soja que elevan en general los costos de producción. También se han visto afectado los productores en Brasil, Canadá y algunos países europeos.

En Latinoamérica, países pequeños como Colombia y sin mayor incidencia en la guerra comercial se están viendo afectados por la pelea de los grandes. Juan Manuel Lesmes, director de la cámara Fedemetal de la Asociacion Nacional de Industriales (ANDI) le dijo a France24 que los aranceles al acero y al aluminio han afectado a la industria colombiana tanto en el producto que se ha dejado de exportar a Estados Unidos como respecto a las importaciones que ahora llegan al país.

“A este mes (diciembre) se ha registrado una caída del 7% en las exportaciones en un mercado que nos costó mucho trabajo conquistar. Ya tenemos empresas que nos dijeron que en el último mes no vendieron un solo kilo en ese mercado”.

Pero también hay ganadores. Según un informe del Nikkei Asian Review, con el fin de trasladar la producción fuera de China, la empresa Advantech de Taiwán anunció que abriría líneas de ensamblaje en Estados Unidos, y la fabricante taiwanesa de bicicletas, Giant, dijo que expandiría su producción en Europa del Este. El presidente de otra empresa taiwanesa, Powertech, dedicada al almacenamiento y prueba de chips, espera recibir más pedidos en caso de que la guerra comercial se intensifique. También la surcoreana Samsung Electronics ha ganado, debido a las restricciones que Estados Unidos ha impuesto a sus contrapartes chinas Huawei y ZTE.

La guerra tecnológica: lo que subyace a la disputa comercial

Al tiempo que se desarrollaba la guerra arancelaria, Estados Unidos tomó medidas respecto a la protección de propiedad intelectual y la transferencia forzada de tecnología, dos de sus grandes preocupaciones frente a China.

El 27 de marzo, Estados Unidos publicó el Informe Especial de la Sección 301 sobre China, por no proteger los derechos de propiedad intelectual y negar el acceso al mercado a las innovaciones de EE. UU. El 16 de abril penalizó a ZTE, la gigante de las telecomunicaciones china, prohibiéndole comprar tecnología estadounidense por 7 años; el 10 de mayo ZTE cesa operaciones en Estados Unidos y el 25 de ese mismo mes la Casa Blanca multó a la multinacional por US$1.300 millones.

Aunque en junio y julio ambos países negociaron para que ZTE pudiera volver a operar, las acciones contra esta empresa muestran lo que subyace a esta disputa: la competencia por quién tenga el liderazgo en la producción de alta tecnología, sobre todo en la fabricación de chips. En la actualidad son Estados Unidos y algunos de sus aliados como Corea del Sur y Taiwán los que lideran la innovación de alta tecnología, mientras que China sigue dependiendo de otros para adquirir tecnología de punta. Según 'The Economist', ese país invierte más en importaciones de semiconductores que de petróleo.

Por eso el Gobierno chino viene redoblando esfuerzos para impulsar su propia industria de tecnología y esta es la gran preocupación de Estados Unidos, que tiene un componente económico, pero también de seguridad nacional. Desde el mandato del expresidente Barack Obama, la transferencia obligada de tecnología venía siendo un motivo de aprehensión.

A pesar de los esfuerzos de Estados Unidos, el avance tecnológico de China parece inevitable. Sin embargo, será el 2019 el año que mostrará el desenlace y el impacto real del enfrentamiento arancelario, tecnológico y en ocasiones, político, de las dos grandes economías.
FUENTE

2022: ¿Escalará la rivalidad entre China y Estados Unidos?

Estados Unidos y China están cada vez más involucrados en un enfrentamiento económico y geopolítico. La rivalidad tiende a intensificarse.

Estados Unidos y China alcanzaron nuevos niveles de enfrentamiento en 2021, con políticas comerciales, diplomáticas y de defensa marcadas por la creciente sospecha mutua y el antagonismo.

Es probable que esta tendencia continúe en 2022. En Estados Unidos, demócratas y republicanos se encuentran profundamente divididos rumbo a las elecciones intermedias. Pero ambas partes parecen concordar en un aspecto: no hay margen para la suavidad respecto a China.

En Pekín, por su parte, el presidente Xi Jinping se prepara para consolidar aún más su poder durante el congreso del Partido Comunista Chino, a realizarse en octubre. El partido dice apoyar totalmente la dura línea política de Xi.

Comienzo helado

Los Juegos Olímpicos de Invierno de Pekín presagian un comienzo difícil para 2022. Estados Unidos ya ha dicho que no enviará funcionarios gubernamentales a los juegos, y Reino Unido y Australia se han sumado al boicot diplomático de Washington. China, en respuesta, prometió "consecuencias" no especificadas.

Es probable que las tensiones aumenten a medida que se acerque febrero, con Estados Unidos utilizando los juegos y el boicot para llamar la atención sobre la represión de China contra la minoría musulmana uigur.

En Hong Kong, la presión continua de Pekín sobre las libertades civiles también tiende a continuar en 2022, a medida que más y más activistas a favor de la democracia son encarcelados bajo una ley de seguridad nacional que se implementó en 2020.

"Esta tensión entre China y Estados Unidos continuará en 2022, incluso en las áreas de derechos humanos, geopolítica y seguridad", indica a DW Wu Qiang, comentarista político independiente radicado en Pekín.

Taiwán 2022

Mientras Pekín socava la autonomía especial para Hong Kong, la cautelosa Taiwán observa cómo aviones militares chinos han realizado en los últimos meses cientos de incursiones en su zona aérea de defensa.

En 2021, Estados Unidos enfureció a Pekín al enviar delegaciones no oficiales de legisladores a Taiwán, y expresar su apoyo al gobierno del presidente Tsai Ing-wen.

Con Xi, Pekín sigue una política de "reunión" de Taiwán con la China continental. Se puede esperar que en 2022 continúe oponiéndose a los intentos de reconocimiento diplomático de Taiwán.

La posibilidad de una invasión militar china se considera el potencial más peligroso de conflicto armado entre Estados Unidos y China. Sin embargo, mientras el Partido Comunista se prepara para su gran evento de octubre, es más probable que acabe optando por la estabilidad antes que por el ruido de sables.

"El riesgo de un ataque de la República Popular China a Taiwán antes del 20º Congreso del Partido Comunista, en el otoño de 2022, es muy bajo", afirma a DW Bonnie Glaser, directora del Programa para Asia del German Marshall Fund.

"Es poco probable que Xi Jinping asuma un riesgo que pudiera poner en peligro la obtención de un tercer mandato de cinco años en el poder", señala Glaser.

Desacoplamiento tecnológico

La ciberseguridad será el otro gran problema bilateral de cara al futuro. En 2021, Estados Unidos acusó a China de patrocinar ataques cibernéticos masivos. Washington también se ha opuesto al despliegue global de tecnología de comunicaciones china de próxima generación.

Es probable que el impulso de EE.UU. para aislar la tecnología china del resto del mundo continúe en 2022, y Washington dificultará que empresas chinas adquieran hardware crítico fabricado en territorio estadounidense.

"Estados Unidos recién está comenzando a implementar restricciones más estrictas sobre la transferencia de tecnología a China, y se tomarán más medidas en 2022", dijo Glaser.

Expansión y desaceleración

Se espera que la expansión económica de China se desacelere en 2022, y algunas estimaciones sugieren que el crecimiento podría ser solo del 5 por ciento el próximo año. Algunos analistas dicen que esto podría proporcionar un incentivo para que Pekín negocie con EE.UU. para suavizar barreras comerciales de la era Trump.

En noviembre, Biden y Xi realizaron una teleconferencia durante la cual ambos líderes se comprometieron a gestionar la competencia en el futuro. Pero los observadores siguen siendo escépticos sobre la perspectiva de que los dos países trabajen juntos para resolver amistosamente sus diferencias.

"A medida que cambia el poder económico entre los dos países, China está ahora más cerca de Estados Unidos que nunca en términos de fortaleza económica. Por lo tanto, la relación bilateral será más de competencia que de cooperación".
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